El tren de las emociones
Este post versa sobre una actividad que llevamos a cabo el curso pasado en clase para trabajar elementos tan importantes como la cohesión de grupo y la resolución pacÃfica de conflictos. Se llama “El tren de las emociones”.Mi compañera Paqui tuvo la iniciativa de traerlo al aula. Es una ventaja poder rodearse de compañeras y compañeros que les apasiona e ilusiona su profesión. Y es que el trabajo cooperativo entre docentes es algo vital que nos hace grandes y nos convierte en ejemplo vivo en el aula. A las criaturas les bombardeamos cada dÃa con ideas como “tenéis que jugar juntas”, “aquà hay que llevarse bien”, “es importante compartir”… Pero luego, las y los docentes cerramos “nuestras aulas” y esas palabras que se las aplique otra u otro.
“El tren de las emociones” (visto en la web de Orientación Andújar) es un recurso muy bueno para poder identificar, ante una situación de conflicto tanto personal como colectiva, qué nos pasa, cómo nos sentimos y qué pasarÃa si hubiésemos actuado de otra forma.
Disfrutar de una convivencia positiva en las aulas es una necesidad. Es algo imprescindible para acudir y estar felices en el colegio, crecer a nivel personal y social, respetarnos y comprendernos, aprender con y de nuestras compañeras y compañeros -puesto que el aprendizaje es algo social (Vygotsky)-, en definitiva, para ser mejores personas.
Desde la escuela debemos trabajar fomentando la cultura de paz, donde la violencia no sea una opción y deje de ocupar titulares que rompen el alma. Pequeñas y continuas iniciativas siembran un crecimiento bonito en nuestros corazones y nos dan herramientas para saber actuar con la “cabeza” y no con las “manos”.
Nuestro tren nos acompañó todo el curso. Elegimos un espacio visible y accesible para poder acudir a él cuando lo necesitáramos. Cuando nos sentÃamos mal o surgÃa algún conflicto buscábamos reflexionar sobre la situación dando palabras a nuestras emociones siguiendo unos sencillos pasos:
1. Qué ha pasado.
2. Qué pienso.
3. Qué siento.
4. Qué hice/qué cambiarÃa.
5. El resultado.
Éramos un tercero, por lo que la escritura fue nuestra aliada. Nos permitÃa reflexionar con más calma las ideas que cada vagón del tren nos planteaba. Nos posibilitaba ser más conscientes de la situación, pensar con “más claridad” y buscar las palabras adecuadas para expresarnos.
Es una actividad personal, por lo que las reflexiones eran privadas (o entre las personas protagonista de la situación) y eso lo respetábamos. Igualmente, éramos libres de poder compartirlas si se creÃa conveniente. Si la situación conflictiva requerÃa algún tipo de acuerdo, las personas implicadas lo firmaban para no romper su compromiso.
El tener nuestra privacidad es algo positivo puesto que le damos importancia y valoramos los sentimientos, solo si creÃamos que era bueno compartirlo, lo hacÃamos. Los sentimientos son algo privado que no debemos forzar.